jueves, 29 de abril de 2010

29

Día Internacional de la Danza

La Danza es disciplina, es trabajo, es enseñanza, es comunicación. Con ella nos ahorramos palabras que tal vez otras personas no entenderían y, en cambio, establecemos un idioma universal que nos es familiar a todos. Nos da placer, nos hace libres y nos consuela de la imposibilidad que tenemos los
humanos de volar como los pájaros, acercándonos un poco al cielo, a lo sagrado, a lo infinito.

Es un arte sublime, diferente cada vez, que se parece tanto a hacer el amor que al finalizar cada representación nos deja el corazón latiendo muy fuerte y esperando con ilusión la próxima vez.
Julio Bocca

lunes, 26 de abril de 2010

Esdrújulos ridículos

Hoy toca ponerse traje lírico y nada mejor que de la mano de un ilustre lisboeta, que rima con poeta:  Pessoa, seudónimo del poeta portugués Fernando Antonio Nogueira publicó bajo diferentes nombres, sus heterónimos, que representan diversas facetas de su personalidad. Son como si fueran otros poetas que el autor fue creando, con una vida y estilo propios. Alberto Caeiro, de lenguaje sencillo, cantor de la naturaleza y crítico del sentimentalismo y del intelectualismo; Ricardo Reis, hombre culto, gran lector de los clásicos, y Álvaro de Campos, el más vanguardista y entusiasta del progreso. También publicó, como Fernando Pessoa, una poesía de tono melancólico, en la que se plantea el paso del tiempo y la tristeza por el vacío de la vida.

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También escribí en mis tiempos cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al final,
sólo las criaturas que nunca han escrito
cartas de amor
son las que son
ridículas.

Quién volviera al tiempo en que escribiría
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy
mis recuerdos
de aquellas cartas de amor
son los que son ridículos.

Todas las palabras esdrújulas,
igual que los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas.

Álvaro DE CAMPOS
(heterónimo de PESSOA)

¿Alguna vez habéis escrito cartas ridículas de amor?

jueves, 22 de abril de 2010

Si yo leo tú también

Os dejo un fragmento de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha  que es lo que toca cada año por estas fechas desde 1930. 

¡Eh! Tú, sí tú el que acaba de entrar, no mires para otro lado, sí que es a ti. Sí, sí, tú. Mira al fondo a la derecha, ¿Ves el atril? ¡Cómo que no quieres leer¡ ¿quieres  defraudar a todas las personas que estaban esperando tu lectura?Ve, ve, anda, anda ¡ tira para adelante! solamente es un poquito de pánico escénico, nada  que te pueda matar.

Todos te están animando, mira sus caras están deseando escucharte, ¿les vas a defraudar? No, ¿verdad? Ya te sientes mejor, bien, sabía que al final vencerías al miedo y leerías.
Cuando quieras puedes dar comienzo a tu lectura, somos todo tuyos, y por descontado tuyas.

¡A leeeeer! 
¡Gracias!

¡Ahhh! que no es hoy, ya lo sé pero es que mañana es puenteeeeeee


CAPÍTULO XXIII
DE LAS ADMIRABLES COSAS QUE EL EXTREMADO DON QUIJOTE CONTÓ QUE HABÍA VISTO EN LA PROFUNDA CUEVA DE MONTESINOS, CUYA IMPOSIBILIDAD Y GRANDEZA HACE QUE SE TENGA ESTA AVENTURA POR APÓCRIFA

- […] Oyéronse en esto grandes alaridos y llantos, acompañados de profundos gemidos y angustiados sollozos; volví la cabeza, y vi por las paredes de cristal que por otra sala pasaba una procesión de dos hileras de hermosísimas doncellas, todas vestidas de luto, con turbantes blancos sobre las cabezas, al modo turquesco. Al cabo y fin de las hileras venía una señora, que en la gravedad lo parecía, asimismo vestida de negro, con tocas blancas tan tendidas y largas,que besaban la tierra. Su turbante era mayor dos veces que el mayor de alguna de las otras; era cejijunta y la nariz algo chata; la boca grande, pero colorados los labios; los dientes, que tal vez los descubría, mostraban ser ralos y no bien puestos, aunque eran blancos como unas peladas almendras; traía en las manos un lienzo delgado, y entre él, a lo que pude divisar, un corazón de carnemomia, según venía seco y amojamado. Díjome Montesinos como toda aquella gente de la procesión eran sirvientes de Durandarte y de Belerma, que allí con sus dos señores estaban encantados, y que la última, que traía el corazón entre el lienzo y en las manos, era la señora Belerma, la cual con sus doncellas cuatro días en la semana hacían aquella procesión y cantaban, o, por mejor decir, lloraban endechas sobre el cuerpo y sobre el lastimado corazón de su primo; y que si me había parecido algo fea, o no tan hermosa como tenía la fama, era la causa las malas noches y peores días que en aquel encantamento pasaba, como lo podía ver en sus grandes ojeras y en su color quebradiza. “Y no toma ocasión su amarillez y sus ojeras de estar con el mal mensil, ordinario en las mujeres, porque ha muchos meses, y aun años, que no le tiene ni asoma por sus puertas; sino del dolor que siente su corazón por el que de contino tiene en las manos, que le renueva y trae a la memoria la desgracia de su mal logrado amante.”

miércoles, 14 de abril de 2010

Agua

jueves, 8 de abril de 2010

Soy una linda cestita

El Edificio Cesta (Ohio, Estados Unidos)

 

¿Vivir en este edificio será como pasar la vida disfrutando permanentemente de una comida campestre, o no?
Con su churrasquito, su ensaladilla rusa, su tortilla de patatas, su vinito...
¿Qué haría Caperucita con esta cestita?
  Os dejo un enlace con los edificios más raros del mundo, algunos son realmente divertidos. ENTRA

miércoles, 7 de abril de 2010

Explosión

 REUTERS/K. K. Arora
 Daniel Berehulak/Getty Images
 REUTERS
 Apphoto/ Rajesh Kusmar Singh
 REUTERS/ Babu

Apphoto/ Rajesh Kusmar

lunes, 5 de abril de 2010

Por el placer de la lectura


La SGAE (Sociedad General de Autores)
ataca de nuevo.

Escrito y firmado por José Luis
Sampedro, escritor.

POR LA LECTURA

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un
Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de
jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque
no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido,
atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él
solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos.
Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes
sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro
a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl
May.

Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo
madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho
cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un
rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos.
Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les
servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban
allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando
regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el
final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que
estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían
algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas.
Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos:
algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una
simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera
otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran
hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que
mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los
propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una
empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados,
paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y
luchas con la administración intentando convencer a burócratas y
médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el
conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a
la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus
usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas
actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de
cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en
reconocimiento a su labor en favor del libro.

Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón
bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de
pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por
cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a
los autores del desgaste del préstamo.

Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga
una suma es porque:

a) obtiene algo a cambio.

b) es objeto de una sanción.

Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada
la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por
cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y
fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la
operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos
por ser lecturas prestadas?.¿Venderán menos o les servirá de publicidad
el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos?
Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere
autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa
mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente
deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.

Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de
autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida
en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

José Luis Sampedro