domingo, 31 de enero de 2010

Un día, dos días, tres días

Ayer esperaba que apareciese alguien pero te miento, hoy no lo espero sin embargo te sigo mintiendo. Hace unas horas mis dedos acariciaban el lienzo del último cuadro por terminar, vagaba perdida en un lugar extraño  e impreciso, no sé  tal vez ahora mienta nuevamente. ¿Por qué callar?-me pregunto, por si acaso. No.

…un  día, dos días, tres días, un  año que-¡ya son segundos!-comenzó esta singladura, algunos abandonaron aunque permanecerán siempre, otros  nuevos llegaron; los de siempre, quienes  nos queremos continuamos a ráfagas de impulsos por no perdernos entre desidias.  Demoramos  a la partida la angustia del silencio.
Un año se dice rapidito, ¿verdad? Año en el que han pasado tantas cosas allá, fuera de nuestra esquina rosada, aquí  y no albergo ningún tipo de  dudas también pasó la vida  a ratitos, a ratitos, sí a maravillosos ratitos.
Seguimos los de siempre, así es,  esos que aún nos resistimos a sentir por un momento  la nostalgia de no estar; permanecemos tal vez,  quienes nos quisimos en el momento que nos reconocimos.  Y es que cada día  pasito a pasito, de a poquito a poco,  hemos ido construyendo un palacio dedicado a ese lazo invisible que nos une, de manera sincera, desterrando las prisas para saborear  cada instante por saberlo único.  En cada pared de esta intangible estancia  dibujamos sonrisas,  fracasos, esperanzas, corazones, solidaridad, caricias, cariños, abrazos, y decepciones.  Nos dibujamos en noches de largas despedidas, de diálogos sin fin, de momentos irrepetibles.  Jugamos a las risas de carcajadas abiertas, a corazones sin coraza. Combatimos en batallas imaginarias; aplaudimos las alegrías de nuestros amigos. Amigos que nos mostraron la enormidad del mar, la  pasión del alba y la delicadeza  de la tarde. Con  ellos, esos amigos sinceros aprendimos más que nunca  a  envolver nuestros sueños con imperecederas palabras voladoras  que partían a destinos de  universos inhóspitos, estrellas enanas o a la morada de esos simples dioses menores.  Palabras que  en su descenso  nos  deslizaban suavemente sobre alfombras rojas mientras contemplábamos el mundo a través  de la mirada del otro…

Un día, dos días, tres días, cuatro, cinco, seis, oigo la vida no fue un sueño.

Atiéndeme quiero decirte algo. 

Un año, y ya os añoro.



Tal vez para el mundo no seáis nadie, pero para mí sois… gracias por entrar en mi corazón.

Brindo por ti

Eh, eh, eh, que se me olvidaba hay que ponerse el disfraz para la fiesta. ¿Cómo que no? ya estáis tardando, hombre. Y ahora mismito a bailar el Tamuré.(una de mis danzas favoritas)

ALOHA

4 comentarios:

Tarei dijo...

Parece que fue ayer y mírala ahora, que ya camina solita...felicidades rinconcito de paz y sosiego, felicidades. No te merecías menos que este magnífico homenaje.

Mp, el traje que me dejaste para el Tamuré me va un poco justito...:-P.

Saludines para todos.

Anónimo dijo...

Ponte el pareo ese es talla universal.

MP dijo...

No te habrás puesto el mío, no? Mira si pone mi nombre en uno de los tirantes, si es que; el tuyo es el de la percha naranja, va por colorines. Saludos.
Anónimo tiempo sin leerte, tú también debes disfrazarte, el tuyo es el de la percha transssssparente, gracias por la visita.

Anónimo dijo...

Saludos cálidos para todos esos visitantes de esta bonita terracita. Aquí os dejo un abrazo y mi mejor sonrisa. Sara.